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Revista Historias del Orbis Terrarum

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Centro de Estudios Medievales de la Universidad Gabriela Mistral »

Las medidas del Mineduc y la reducción de las Ciencias Sociales. Algunas reflexiones en torno al valor de la Historia en el contexto educativo.

noviembre 21, 2010 por historiasdelorbisterrarum

Tras enterarnos de la noticia de que el Ministerio de Educación ha decidido disminuir las horas de Educación Tecnológica e Historia en la enseñanza escolar, nosotros como estudiantes de Historia de distintas universidades y miembros del equipo editor de la revista electrónica Historias del Orbis Terrarum, no podemos dejar de presentar nuestra aflicción ante la dramática situación que se vive en el ámbito educacional, puesto que esta decisión afecta gravemente a los intereses y valores de la sociedad en nuestro país.


Bajo esta realidad, ¿qué tenemos que decir nosotros, estudiosos de tiempos pretéritos, de personajes, hechos y circunstancias que tan solo conforman parte del pasado? ¿Qué tenemos que decir nosotros, estudiantes universitarios, del problema que enfrenta la educación en Chile? ¿Qué podemos decir nosotros, finalmente, de la grave situación que afronta la sociedad de nuestro país con esta dramática decisión?


La Historia tal como muchos la conocemos conforma parte esencial dentro de la memoria colectiva e identidad de una sociedad; esta misma trasciende el espacio y el tiempo constituyéndose como parte fundamental dentro de los valores culturales y sociales de los grupos humanos. La Historia es integración y discusión, permite generar reflexiones y miradas críticas sobre nuestro pasado y el presente; en estos términos, la Historia se torna un diálogo -el cual mediante la interdisciplinariedad o el encuentro con otras ramas de las humanidades y ciencias sociales- establece nuevas formas y perspectivas de estudiar los problemas y fenómenos que se desarrollan en nuestra realidad. El hombre no se puede entender sin su historia, sin su pasado, sin los legados que se han trasmitido a través del tiempo y que han cruzado toda barrera espacial. La Historia más allá de los prejuicios o visiones arcaicas que se le tilden, refleja un origen en cuanto da pie a la comprensión del hombre y su entorno; al conocimiento de la sociedad y al desarrollo, organización e interacción de las culturas. La Historia refleja un encuentro, la posibilidad de dialogar y pensar al hombre en sus diversas dimensiones.


En torno a esto, también es preciso cuestionarse por qué hemos llegado a esta situación. Claramente los prejuicios de una Historia sin finalidad práctica o de escaso aporte productivo moldean imágenes que estancan la cultura y la posibilidad de forjar nuevas visiones que permitan construir una sociedad con mayor conciencia histórica. Bajo este panorama, donde el Mineduc ha planteado un esquema de reducir las horas de Historia por su escaso aporte en relación a otras materias, otorgando un mayor énfasis a asignaturas como Lenguaje y Matemáticas, nos da cuenta de que los fines que se persiguen sólo intentan mejorar estándares, números e imágenes de un país. Un hecho que resulta dramático y catastrófico. Sin duda alguna, esto no ataca el problema de fondo que está dado en la cultura y la humanidad, sino que por el contrario, lo disminuye y opaca, devaluando su verdadero valor que trasciende toda tecnocracia y desarrollo material.


Considerando este marco, la Historia no se reduce sólo a la asignatura de comprensión del medio social del currículum escolar, sino que ésta se revaloriza a partir de sí misma y su sentido vinculado a lo humano; la Historia es memoria, es cultura, es identidad, es el sustrato que nos permite constituir nación; es aquel tronco a partir del cual el hombre se convierte en ciudadano y construye país con una mirada crítica de su pasado y los anhelos de una sociedad mejor; es aquel punto de partida del cual el hombre retorna a lo prístino, al origen y al sentido de su existencia.


Ahora bien, nos parece menester establecer ciertos lineamientos a través de los cuales rescatar nuevas propuestas para hacer frente a la problemática que afecta a la educación en nuestro país.


En primer lugar, es necesario recordar que uno de los objetivos centrales de la Educación es la formación de personas “que piensen, sientan y actúen” y que tengan los conocimientos, habilidades y valores necesarios para vivir una vida plena. Para ello se hace indispensable el estudio -por parte de los estudiantes- de su presente y su futuro para actuar en la vida como ente social, ciudadano, aprendiz, productor y consumidor. En este sentido, es innegable que el estudio de la Historia posibilita el desarrollo de una serie de conocimientos, habilidades, y valores sociales útiles para alcanzar dicho objetivo, por lo cual su importancia dentro del currículum escolar no debe restarse frente a otras asignaturas. Sin embargo, para el correcto desarrollo de estos elementos, es necesario replantearse el valor y la forma en que se presenta y trabaja la Historia en el aula, ya que sin la motivación de los estudiantes difícilmente se alcanzará un aprendizaje significativo. En otras palabras, más allá de pretender “convencer” a los jóvenes enunciando una serie elementos que resalten la importancia de ésta, debe existir un trabajo empírico –que muestre a los estudiantes las posibilidades de usar su conocimiento y sus destrezas en labores cotidianas y relacionadas con su entorno-  y que despierte un interés real, de tal manera que las horas de trabajo sean provechosas y proporcionen a los individuos las aportaciones necesarias para su desenvolvimiento como seres capaces y cultos; aportaciones que son perfectamente coherentes con los propósitos generales de la educación de nuestro país.


Por otro lado, creemos que más allá de restar horas a determinadas áreas de estudio para privilegiar otras, es necesario impulsar el trabajo interdisciplinario en el aula, es decir, la inclusión de un enfoque que permita trabajar en complemento las diversas materias tratadas por la educación formal. En relación a ello, la puesta en marcha de una dinámica de trabajo en la cual los docentes de las distintas áreas sean capaces de trabajar en conjunto -potenciando la creación de estructuras organizativas donde se privilegie y favorezca la coordinación, preparación y complicidad entre colegas- y como consecuencia, el refuerzo y enriquecimiento de sus áreas de estudio, sin lugar a dudas garantiza la entrega de un trabajo mucho menos sesgado y carente de sentido para el estudiante y por tanto, les permite en mayor medida el alcance de un desarrollo integral. Asimismo, consideramos imprescindible que la reforma en la educación se base en conceptos de calidad, por sobre cantidad, de modo que la solución no se basa en aumentar horas de clase, sino que mejorar la eficacia de éstas.


Por último, no hay que perder de vista que la importancia de la Historia como un camino hacia el conocimiento –una forma de abrazar y estructurar la realidad compleja que nos rodea- se ve plasmada en diversos contextos espaciales y temporales. Ya desde la tradición antigua donde destaca la experiencia griega y su afán por dar explicación a los acontecimientos del mundo humano -primero con la tradición mítica y luego con la tradición histórica- notamos como se resalta la importancia de la memoria como mecanismo de supervivencia, ya que “sin pasado no puede existir futuro”. De esta manera, y tal como se vislumbra posteriormente en la Edad Media y otros momentos de la historia, podemos notar cómo se pone de manifiesto la naturaleza humana cristalizada en la eterna búsqueda de respuestas –tal como un homo viator– donde se busca la necesidad de crear un orden que nos proporcione ideas claras, bases sobre las cuales actuar y desenvolvernos frente al vasto mundo que nos cobija, permitiendo comprendernos en un sentido histórico y existencial.  ¿De qué otra forma podemos sino hacer frente a la ardua tarea de vivir? La historia hasta hoy constituye una herramienta para acercarse al mundo y comprenderlo, es un elemento esencial que responde a nuestra naturaleza más intima, en cuanto da sentido a nuestra vida, tanto personal como colectiva; es un valor que no podemos dejar en el olvido, ya que la historia nos define en un sentido humano, reflejando nuestra memoria, cultura e identidad a través del tiempo.


Es hora de reflexionar y actuar tal como Clío lo hubiese hecho en otrora, hija del Crónida y la Memoria -quien en sus manos posee el orbe y el tiempo- protegiendo en sus papiros el conocimiento de la Historia. Tal como dicha musa, debemos iluminar esta nefanda oscuridad que nos invade e intenta destruir la educación y cultura en nuestro país. De nosotros depende proteger el valor de nuestro pasado y presente, y junto con ello, construir el futuro de una sociedad con una mayor conciencia histórica y sentido de humanidad.

 

 

Consejo Editor de la Revista Electrónica Historias del Orbis Terrarum

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